DLC’s Super Bowl LVII Recap
Super Bowl LVII gave us great commercials, but not as great as previous years.
En cada edición de Skyrocket, nos preparamos para guiar, compartir y provocar crecimiento en las nuevas generaciones del talento creativo. Pero este año, algo quedó muy claro desde el inicio: el aprendizaje no se da en una sola dirección. Recibir la guía de mentores también fomenta la transformación.
Acompañar a los Skyrockets 2025 fue una oportunidad para regresar a lo principal: escuchar activamente y permitir que nuevas voces ocuparan su espacio. Lo que comenzó como un programa de mentoría, se transformó en una experiencia colaborativa que cuestionó dinámicas de trabajo, impulsó nuevas maneras de pensar y reconectó con el propósito de nuestro trabajo.
Este intercambio de energía, ideas y maneras de ver el mundo fue constante. Gabriela Cirilo, mentora en el área creativa, reconoció que su intern le enseñó a ver las cosas con más calma y a confiar en el proceso: “Aprendí paciencia, a ver las cosas desde otro punto de vista y de confiar en el proceso.” Su intern, Andrea Viera, recordó cómo su mentora le ayudó a organizarse mejor: “Pienso que tenía el conocimiento, pero me faltaba refinar cómo lo ejecutaba.”
Omar Rodríguez, ejecutivo de cuentas, también resaltó el impacto personal de acompañar a su intern: “Gracias a este proceso logré reforzar aún más mi pensamiento sobre la importancia y el peso que tiene el que un líder cuente con la disposición y esté ahí para su equipo.” Para él, el sentido del humor de su intern fue revelador. “Disfrutar cada etapa con una buena cara… eso dice mucho.”
Para Raquel Cordero, mentora en Relaciones Públicas, uno de los mayores aprendizajes fue entender el valor de la actitud. “Aprendí que la actitud lo es todo”, compartió. “Que sin importar cuán retador sea el proyecto o el contexto, enfrentarlo con una sonrisa, disposición y energía marca una gran diferencia”. Su intern, Linoshtka Nieves, no solo absorbió conocimientos técnicos, sino que también dejó una huella: “Mi mentor me enseñó que cuando crees en una idea, defiéndela hasta lo último”.
El aprendizaje también fue emocional. Karimar Colón confesó que ser mentora le ayudó a vencer inseguridades propias: “El síndrome del impostor es real, pero me he demostrado que sí podía ser buena mentora.” Su intern, Camila Saade, por su parte, se llevó más que conocimientos: “Mi mentora me enseñó disciplina, y cómo ser cariñosa y bubbly, pero still baddie always.”
Más allá de técnicas, procesos o estructuras, lo que se compartió en Skyrocket fue visión, confianza y una manera de estar en el mundo profesional. Para Adriana Cruz, ser mentora significó “darle la oportunidad a la nueva generación de ser, de descubrir, de equivocarse, de intentarlo de nuevo”. Su intern, María Hernández, lo vivió intensamente: “Mi mentora me ayudó a confiar en mis ideas desde el principio y en defenderlas con fundamentos.”
En un entorno de agencia donde la innovación es constante, Skyrocket trajo otro nivel de evolución: uno más humano. Los mentores no sólo enseñaron a presentar, a redactar, a crear o a planificar. Aprendieron a escuchar, a soltar control, a confiar en el potencial del otro. Aprendieron que el liderazgo no siempre es hablar primero, sino crear espacio para que alguien más se atreva a hablar.
Y quizás eso sea lo más valioso de todo: entender que el futuro se construye en colaboración. Que cada generación trae consigo herramientas nuevas, y que estar dispuesto a recibirlas es también una forma de crecer. Al final, Skyrocket 2025 no solo formó a los interns. También dejó una generación de mentores más conscientes, más humanos, y completamente transformados.